sábado, 26 de enero de 2008

y con toda su deseperanza me dijo, ya te vas?


El bar es un quilombo. La piba que está por las tardes es supernerviosa, y nos pone a todos locos.
Yo, que ya me harté en mis ocho horas de trabajo, sólo tengo ojos para el reloj a las en punto para soltar todo e irme al carajo.
Claro, para ella soy lo poco bueno que tiene, la comprendo. No es fácil llevar el negocio mas sus líos familiares. Pero yo lo único que quiero es I R M E.
En casa me siento un rato en el corredor con el solecito de la tarde cayendo, me apaciguo leyendo. De pronto (como me suele pasar) con una frase del libro vuelvo a revivir la escena en el bar. Quiero huir de estos pensamientos, que ahora estoy al solecito, que me tengo que relajar, disfrutar, pero pueden mas los fantasmas. Asi que me pongo a escribir aca, para sacar esos fantasmas, hacerlos realidad y que así me dejen tranquilo.
Ya ven, terapia pura y dura (qué se puede esperar de un argentino...)

Al final no vinieron este fin de semana. Ni cervezas, ni ná. Me quedé vacío.

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